Y ahora parece que por fín Milán es Milán, esa ciudad gris y fría que me esperaba. Estamos a mediados de septiembre y sí, hace frío (no exagerado) y llueve mucho. La lluvia está siendo una constante estos cuatro último días. Me pierdo por las calles de esta ciudad y voy quejandome por estar siempre empapado.
Pero no solo me empapo de agua, también lo hago de lugares nuevos, sabores nuevos, gente nueva, olores nuevos...de todo lo que poco a poco me va conquistando de aquí. Bien es cierto que me acuerdo mucho de Madrid, de mis amigos, de mi familia...y que cierto es también cuando dicen que hasta que no te vas de casa no sabes apreciar realmente lo que es la comodidad. Eso de no tener que pagar tantísimas cosas y que aquí no hago más que sacar dinero del banco.
Hoy ha sido un día bastante duro: hacer codice fiscale (como un DNI) en el cual hemos tardado una hora aproximadamente (cosa que me recordaba bastante a la burocracia española), ir a la universidad, volver a casa, hacer la comida, ir a buscar a un nuevo compañero, volver, contar el dinero que tenemos que pagar al casero, dar la fianza...nunca y repito NUNCA en mi vida he visto tano dinero junto en una mesa, tantos billetes...en esta ciudad parece que el dinero corre como el agua que hay en sus calles, algo increible.
Al final, cuando me he sentado me dolía todo, por fin había pasado el día fatídico del contrato. Ya ha terminado lo más gordo por hacer. Ahora creo que realmente podré estar "más libre" para todo lo que me deparará esta experiencia. Hay veces que desearía con todas mis fuerzas estar de nuevo en mi casa y dejarme de problemas y de pagos, solo dedicarme a estudiar y estar con mi gente, pienso que quién me mandaría a mí meterme en esto. Al instante vuelve esa emoción que me llevó a pedir la beca erasmus, el irme a vivir a otro sitio durante una temporada...ese..."noséqué" y entonces me vengo arriba, dejo a un lado las responsabilidades y solo pienso en divertirme y disfrutar.
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